jueves, 25 de junio de 2009

24 horas II~♪

Por siempre y para siempre

Desde siempre dibujé una historia de amor perfecta, en la que tú te arrastrabas con torpeza hasta mi y con tu rostro sonrojado susurrabas a duras penas que me querías y que éste era el instante más feliz de tu vida, porque estabas a mi lado.

Entonces yo, con miedo, como si mis manos fueran a quebrarte, te tocaba, lentamente te hacía acercarte y mis labios te recorrían con dulzura.
Sentía miedo y tú también, ambos temblábamos pero lográbamos congeniar para adoptar las posiciones más cómodas.

Te levantaba y te sentaba en mis piernas, probaba tus labios, por tanto tiempo prohibidos para mi, y comenzaba a desvestirte, a ver cada centímetro de tu piel y a amarlo como si fuera mi mayor tesoro.
Deslizaba mis dedos con miedo y mis oídos se deleitaban con tus gemiditos y tus sollozos. Tus manos me dañaron los hombros, pero no pretendía quejarme, ese dolor no era nada comparado con el que mi pecho sentía, con la tremenda ansiedad de hacerte mío de una maldita vez por todas.
Y entonces los besos empezaban a hacerse más profundos, más pasionales y más desesperados, tú también empezabas a tocarme, pero extrañamente lo hacías mejor de lo que yo te lo hacía a ti, porque estabas más calmado, y eso te causaba gracia, te gustaba verme avergonzado y asquerosamente excitado. Tu voz se empezó a hacer más sexy y cargada, la mía también, las frases que nos dijimos no puedo repetirlas en mi mente sin que mi corazón se acelere, entonces, para calmar las cosas te miraba, te miraba mientras me rogabas con la expresión de tu rostro que te tocara, que te brindara el placer más pleno y exquisito que jamás antes habías llegado a conocer.
Mis manos temblaron como gelatina, eran tan inútiles que debiste conducirme para que abriera tu pantalón, pero lo demás pude hacerlo todo, porque logré hilar mis ideas ya que hacerte sentir de esa manera era mi mayor deseo en el mundo.

Gemías aferrándote a mis hombros, el que se puso torpe fuiste tú. También empezaste a masturbarme, pero estabas tan extasiado que casi no podías moverte y fue así hasta que me hiciste besarte para que no escuchara el grito que lanzaste al terminar.
Allí fue mi turno, te tiraste en la cama y me miraste sonrojado, tu respiración era tan mala que de un salto me tiré encima tuyo y empecé a prepararte para dar el sigiente paso.
Los gritos que se escaparon de tus labios mientras preparaba tu entrada por poco y me volvieron loco, necesitaba morderte, lamerte y tocarte, guardar cada preciosa parte de tu cuerpo en mi mente, para que en mis siguientes noches pudiera recrarte.
Cuando entré sentí que todo nuestro mundo se unía, mi mente tenía claro que jamás sería capaz de retenerte, porque no puedo curarte, pero sí puedo tenerte por última vez entre mis brazos, llenándote de placer y viendo tu linda carita desfigurarse y buscar ansioso mis labios.

- Te amo...

Te quedaste mirándome y me besaste aunque no podías parar gemir, el ritmo estaba matándote, pero ese "te amo" que se escapó de mis labios fue lo suficientemente fuerte como para llenarte de una extraña felicidad...
Te echaste hacia atrás y yo te abracé con fuerza, terminamos juntos.

Tú parecías estar roto, tu cuerpo se adhería al mío como si estuviésemos pegados y yo también te afirmaba con fuerza.

- Recuérdame, siempre estaré junto a ti, tan sólo vive tu vida pensando que siempre tuviste mis sentimientos...

Los recuerdos, la historia perfecta y estúpida que creada en mi mente se trizó cuando sentí que dejaste de moverte y de respirar, yo también dejé de hacerlo, pero mi vida en realidad no se extinguió con la tuya, yo tuve que aprender a respirar de nuevo...
Tú lo dijiste cuando ya ni siquiera tenías aliento.

- Vive, vive y sé feliz, y si vuelves a enamorarte... ¡No esperes hasta el último minuto! Porque yo siempre te ame, y jamás nos lo dijimos... Te amo.

Dejé las flores en tu tumba, ha pasado tanto tiempo y esa tarde sigue en mi mente como si el tiempo se hubiera detenido... Te amé tanto que creí que jamás podría salir adelante...

- Rodrigo - levanté la cabeza y lo vi sonriéndome - ¿Sigues aquí? De verdad debiste querer mucho a ésta persona - asentí - ¿Vas a quedarte un rato más?
- No, ya terminé...

Él sonrió y me ayudó a levantarme.
Es cierto, siguí con mi vida, conseguí una pareja nueva, pero jamás podré olvidarte, porque tú fuiste mi primer amor y la persona a quien más he amado hasta ahora...

Por siempre y para siempre...



Notas Shuichi~

Hasta para mi propia sorpresa...
El final final de 24 horas, es un lemon muy dulce que me tomó muy poco imaginar.
Me gusta la desesperación de saber que es la última vez que tendrás algo que amas...
Rodrigo es fuerte, por eso logró salir adelante y superar la pérdida de su amado sin la necesidad de suprimirlo de su cabeza... Lo adoro por eso *--*

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